Hace tiempo que no busco fotos en internet antes de los viajes. Cuando voy a un lugar nuevo, quiero verlo con mis propios ojos por primera vez, no a través de la mirada de alguien que estuvo ahí antes que yo. A veces es imposible no conocer un lugar famoso por foto o video, ¿quién no vio la Torre Eiffel en alguna película? Pero Los Santos de la Humosa no es un sitio turístico famoso para los que visitan España y esa mañana me subí al auto sin saber bien a dónde íbamos.
La familia de mi amigo Manuel vive en Los Santos y nos habían invitado a almorzar. Me habían dicho que quedaba a cuarenta minutos en auto desde el centro de Madrid y me lo imaginé como una extensión de la ciudad. Pensé que sería parecido al conurbano bonaerense, una gran área metropolitana que rodea a la Ciudad de Buenos Aires y donde es posible andar más de dos horas en autopista y seguir viendo edificios. Pero muy rápido Madrid quedó atrás y empezamos a ver campos y cerros por la ventanilla.
Cuando dejamos la ruta principal y tomamos la M-226 éramos el único auto subiendo en dirección al pueblo. Las curvas y las subidas nos hacían ir a baja velocidad y aproveché para ver cada detalle: caminos angostos casi sin veredas, casas bajas con la ropa en los balcones secándose al sol y techos de tejas a dos aguas.


La casa de la familia de Manuel estaba al borde de una colina. Estacionamos el auto y subimos caminando unos cincuenta metros hasta la puerta. Sus padres nos dieron la bienvenida con cerveza helada y kanikamas, y nos ofrecieron una clase acelerada de cómo hacer paella. Aunque el chef que vive dentro de Biko tomó nota mental de cada paso, dudo que podamos replicar la receta. En Canadá no tenemos ni los mismos ingredientes, ni la inspiración de la vista de Madrid a lo lejos, ni las manos expertas del padre de Manuel.


Después de dos platos de paella y sandía de postre, salimos a recorrer Los Santos. El pueblo está a más de 900 metros sobre el nivel del mar y la Iglesia de San Pedro es el edificio más alto y antiguo. Me hubiera encantado verla por dentro, pero solo abre para la única misa diaria y me conformé con sacarle fotos a la puerta centenaria y disfrutar de las vistas.




El pueblo dormía la siesta y estaba desierto, pero bajando hacia la plaza del centro donde está la estación de policía y la municipalidad, vimos un hombre sentado en un banco.
—Pero ¡quién está aquí! —exclamó Manuel. —Abuelo, ¿cómo estás?
Santos de la Humosa tiene casi tres mil habitantes. No son muchos, pero hay tres mil posibilidades en una que la única persona sentada en la plaza sea su abuelo y me dio gracia el encuentro fortuito. Una gorra lo protegía del sol de otoño y el bastón lo ayudaba a mantener la espalda erguida en el banco. Había escuchado que había corrida de toros a las 4 de la tarde y estaba esperando a un amigo para ir juntos a la plaza.
Sabía que todavía había corridas de toros en algunos países, pero en ese momento me pareció irreal que siguieran existiendo y que hubiera una en el pueblo ese día. La tauromaquia es considerada patrimonio cultural según la ley española, pero para muchos el maltrato animal no debería tener lugar en las tradiciones actuales. Manuel me contó que el debate sobre la prohibición de la tauromaquia continúa, pero por suerte cada vez menos españoles se interesan por los toros o van a las corridas.
Unas cuadras colina abajo le tocamos la puerta a la abuela. Aunque no nos esperaba, interrumpió su tejido y nos invitó a pasar, entusiasmada de tener visitas internacionales. Las paredes orgullosas mostraban fotos de sus hijos y nietos tomando la comunión o recibiendo diplomas. Charlamos un rato largo sobre nuestro viaje a España, nos mostró fotos antiguas del pueblo, y nos invitó a volver cuando quisiéramos.


Los Santos no es un sitio turístico famoso para los que visitan España, pero es un pueblo increíblemente fotogénico que nos regaló un domingo en familia para recordar. Nos quedó pendiente probar la tortilla de patatas de la abuela, así que cuando volvamos a España, ya tenemos un día reservado para ir a visitarla.
Hola, ¿cómo estás? En octubre del año pasado estuve por primera vez en España y a los dos días de haber llegado ya me quería quedar a vivir ahí. Fue como conocer en persona por primera vez a un pariente del que siempre escuchaste hablar y que, aunque la historia familiar puede ser complicada, al fin y al cabo, son familia. Fue movilizante ver en los españoles tantas costumbres que siento tan mías y darle contexto a muchas historias que me ha contado mi abuela.
Espero que te haya gustado esta crónica de Los Santos y que lo visites si andás por Madrid.
¡Hasta la próxima!
María Pía
Me APASIONA cocinar en cantidades así! Qué hermosa foto!
Hola Pía. Qué shock al leer el título de tu post... "Los Santos de la Humosa?!?" lo he dicho en voz alta. Menos mal que estoy sola esperando al bus a las afueras de Sídney...
Mi ciudad me queda a 17000km ahora mismo. Los Santos queda a 17 de Alcalá de Henares, donde me esperan con tortilla de patatas cuando voy. Qué mágico me resulta que otros valoren tanto lo que yo tengo tan dado por sentado... Gracias por el viaje inesperado a casa ❤️🩹 PD: La paella esa sabe a gloria hasta en foto