🎶Somos una especie en viaje
No tenemos pertenencias sino equipaje
Vamos con el polen en el viento
Estamos vivos porque estamos en movimiento
Nunca estamos quietos, somos trashumantes
Somos padres, hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes
Es más mío lo que sueño que lo que toco
Yo no soy de aquí
Pero tú tampoco
Yo no soy de aquí
Pero tú tampoco
De ningún lado del todo
De todos lados un poco🎶
Movimiento, de Jorge Drexler
Hola, ¿cómo estás?
Yo no puedo creer que ya hace tres meses que nos mudamos de Nueva York a Toronto. Antes de venir a Canadá, me preocupaban los días cortos y oscuros, pero Toronto me contradijo y, aunque las temperaturas son más bajas que en la gran manzana, la cantidad de días soleados me sorprendió y el invierno se sintió cálido. Puede que también esta sea mi visión porque el invierno coincidió con nuestra etapa de luna de miel en esta nueva ciudad, la primera etapa en el proceso de choque cultural que experimentan todas las personas que se mudan a otro país. La teoría del choque cultural la desarrolló Kalervo Oberg, un antropólogo canadiense, a mediados del siglo XX. Después de la 1) luna de miel, Oberg describe las etapas de 2) transición, 3) ajuste y, finalmente, 4) adaptación al nuevo contexto.
Suelo ser una persona que ve lo lindo y positivo en todo y la segunda etapa de transición —cuando el viajero empieza a extrañar y siente enojo y frustración porque la vida no es como en casa— me la he pasado por alto en todos los países en los que viví. Siempre extraño a Argentina, pero no recuerdo haber sufrido o renegado al llegar a un nuevo lugar. Creo que Canadá no va a ser la excepción y estoy casi segura de que una vez más me estoy salteando la etapa de transición para pasar directamente a la de ajuste —cuando uno ya sabe qué esperar del país anfitrión y empieza a hacer amigos en la comunidad local.
¿En qué me baso para decir que pasamos de la luna de miel a la etapa de ajuste? Esta es mi evidencia:
1) Ya conocemos a todos los empleados del edificio y a las cajeras del supermercado de enfrente, que se ponen a charlar de recetas de acuerdo con los productos que compramos.
2) Podemos darnos cuenta de qué es barato y qué es caro. Cuando recién llegamos, no teníamos relación de precios y era muy difícil saber si una compra era una ganga, justa o nos estaban estafando.
3) Ya no nos horrorizamos más de los impuestos, que son altísimos. En Argentina, el IVA (impuesto al valor agregado) también es alto y llega al 21%, pero no nos damos cuenta porque está incluido en el precio. En Estados Unidos y en Canadá, no. Al precio de todo producto hay que calcularle los impuestos y lleva tiempo acostumbrarse a pagar más que lo que dicen las etiquetas. En Nueva York, el impuesto a las ventas es del 9% y en Ontario, del 13%.
4) Después de varios intentos, ya sabemos dónde comprar la mejor carne para un asado. En mi barrio, Downtown Toronto, la mejor carne que comí hasta ahora es del St. Lawrence Market.
5) No nos perdemos más en el PATH, una red peatonal subterránea que se extiende por más de 30 kilómetros en el centro de Toronto. Al principio era imposible ubicarnos porque hay muy pocos carteles que indiquen direcciones y, si los hay, no son claros. Hay que adivinar qué camino tomar y aprender a prueba y error como en un laberinto. La falta de buena señalización no es un problema solo del PATH, sino de toda la ciudad, y me resulta raro que en un lugar tan organizado y moderno no haya mejores carteles. Creo que no perderse es la prueba de que ya podemos considerarnos locales.
6) Nos hicimos socios de la Biblioteca Pública de Toronto y me pareció buena idea buscar eventos gratis para conocer más sobre la ciudad. A Ailén Cruz, escritora de Prone to Hyperbole, y a mí nos gusta cocinar y le propuse ir a la presentación de un libro de un cocinero escocés en una sede de la biblioteca que todavía no conocía. Nosotras íbamos a aprender recetas, pero nos encontramos con una audiencia llena de mujeres enamoradas del cocinero que sabía más de modelaje que de cocina. Gracias a Ailén, el día no fue un fracaso porque me hizo conocer uno de los barrios más elegantes de Toronto, o como lo describió Ailén, el barrio más pipí cucú, con tiendas de diseñadores exclusivos y restaurantes carísimos con estrellas Michelin.
7) El fin de semana pasado patinamos sobre hielo por primera vez desde que llegamos. Es la tercera vez que me pongo patines de hielo en mi vida. La primera fue en Dublín y la segunda en Nueva York. Entre las tres, mi experiencia se limita a una hora y quince minutos de patinaje en pistas llenas de turistas con patines alquilados y estoy muy orgullosa de no haberme caído ni una vez. La temporada ya casi termina, pero estamos decididos a comprarnos patines y aprender a patinar como la gente el invierno que viene.
8) Ya miramos varios partidos de hockey sobre hielo, uno de los dos deportes nacionales de Canadá junto con el lacrosse. Nos aprendimos las reglas y obvio que hinchamos por los Toronto Maple Leafs, uno de los siete equipos canadienses que compiten en la NHL (National Hockey League), la liga nacional de hockey de Norteamérica. Dato curioso si sos aficionado a los deportes, la NHL se creó en Canadá en 1917 y en 1925 empezaron a competir también equipos de Estados Unidos.1 Go Leafs!
9) Gracias a Gatita que le gusta pasear por los pasillos conocimos a algunos vecinos en nuestro piso y nos hicimos amigos de George y Olena, una pareja de ucranianos. Llegaron a Toronto algunos meses antes que nosotros y fueron nuestros guías de cosas importantísimas como:
a. 🍥🥢Dónde comprar buen sushi.
b. 🥩Cómo acceder a las instalaciones del edificio, incluyendo las parrillas.
c. 🥐Cuáles son las mejores panaderías.
10) Gatita se enamoró de Watson, el gato de George y Olena, y no extraña Brooklyn en lo más mínimo. Watson es un galán de pelaje gris y manchas blancas y, lamentablemente, no está interesado en Gatita. Ella, sin embargo, no se da por vencida y sale a pasear por el pasillo todas las tardes con la esperanza de ver a su enamorado.
Biko, Gatita y yo tenemos meses por delante para llegar a la etapa de adaptación —cuando uno ya se siente lo suficientemente cómodo para participar plenamente de la cultura anfitriona. Por ahora, disfrutamos del ajuste creando rutinas, recuerdos y amistades en esta nueva parada de nuestras vidas en movimiento.
Contame de vos, ¿pasaste alguna vez por estas etapas? ¿Cómo fue tu experiencia?
Hasta la próxima.
María Pía
Si querés leer más sobre la historia de la NHL te dejo este artículo sobre los primeros seis equipos. 🏒🥅
También te dejo la canción completa de Jorge Drexler, el videoclip oficial es una belleza.
Leído en el mail.
Te leía y pensaba, a dos años de haberme mudado a Barcelona, en qué etapa estoy? Creo que todavía de ajuste, porque no siento que forme parte de la cultura local. Quizás tenga que ver que mi entorno sigue siendo muy argentino. No lo sé. Pero más allá de eso, qué lindo suena Toronto a través tuyo!